Estamos celebrando el día de la madre. Celebramos la maternidad y todo lo que esta conlleva. El día nos invita a agradecer a aquellas mujeres que nos dieron la vida, que nos cuidaron y protegieron durante una importante época de nuestra vida.
Este tipo de celebración de la maternidad no es reciente. Los pueblos primitivos no sólo celebraban a la madre sino que la adoraban en la figura de alguna diosa que simbolizaba aquel prodigioso acto de la vida que es la gestación y el nacimiento. Los fenicios adoraban a Astarté, los sumerios a Inanna y los acadios a Ishtar. Más adelante, los griegos darán culto a la maternidad, a la vida y a la fertilidad por medio de la diosa Rea o Cibeles, denominada la madre de los dioses. En los idus de marzo (es decir el 15) se celebraba a esta diosa por medio de ceremonias y cultos especiales.
Durante la edad media, dice la Wikipedia: Los católicos trasformaron estas celebraciones para honrar a la Virgen María, la madre de Jesús. María, será vista como símbolo y ejemplo de maternidad por el hijo que ha engendrado. Es, además, símbolo de bienaventuranza por la misma razón. De hecho mientras Jesús predicaba una mujer exclamó: “¡Dichosa la mujer que te llevó en su seno y cuyos pechos te amamantaron!”, según Lucas 11:27
La madre es desde antaño símbolo de fertilidad y la procreación se asocia en los pueblos primitivos con la bendición de Dios. Es así que el Génesis 1:28 dice: Fructificad y multiplicad, y henchid la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces de la mar, y en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.
Considerando los pocos conocimientos que había en aquel entonces de medicina, es lógico que se piense que la única responsable de la procreación es la mujer. Si puede concebir es bienaventurada y si no se halla recibiendo un castigo de Dios.
Pero el rol de la madre no se queda tan sólo en la gestación y el nacimiento. La incapacidad natural del ser humano a valerse por sí mismo durante los primeros años de su vida vuelven imprescindible el cuidado de la madre durante este período. En el caso de Moisés vemos cómo la madre oculta al niño por tres meses y luego, cuando ya no puede ocultarlo lo entrega a la hija del faraon, encargándose de todos modos de su cuidado.
La maternidad, celebra durante este período de la historia la vida, la supervivencia de la especie, la posibilidad de mantener cierto equilibrio social en la comunidad.
Lo interesante es que, aunque esta línea podría seguir hasta nuestros tiempos, en realidad la celebración del día de la madre, nace, no tanto en un acto ritual o religioso sino en una protesta social. En 1870 la activista norteamericana por los derechos de las mujeres Julia Ward Howe redacta una Proclama del Día de la madre en la cual rechaza las inclemencias de la guerra que habían sido sufridas durante la guerra civil norteamericana y contra la guerra francoprusiana. Si bien los hombres iban a la guerra, las mujeres eran las que debían cargar con el dolor de la pérdida con el cuidado de los heridos en combate, etc. La proclama dice así:
«¡Levántense, mujeres de hoy! ¡Levántense todas las que tienen corazones, ya sea su bautismo de agua o de lágrimas! Digan con firmeza: ‘’No permitiremos que grandes asuntos sean decididos por agencias irrelevantes. Nuestros maridos no regresarán a nosotras apestando a matanzas, en busca de caricias y aplausos.
No se llevarán a nuestros hijos para que desaprendan todo lo que hemos podido enseñarles acerca de la caridad, la compasión y la paciencia. Nosotras, mujeres de un país, tendremos demasiada compasión hacia aquellas de otro país para permitir que nuestros hijos se entrenen para herir a los suyos. ’’
Desde el seno de la tierra devastada, una voz se alza con la nuestra. Dice ‘¡Desarma! ¡Desarma!’ La espada del asesinato no es la balanza de la justicia. La sangre no limpia el deshonor, ni la violencia es señal de posesión».
Así como los hombres a menudo han dejado arado y yunque por el llamamiento a la guerra, que las mujeres ya dejen todo lo que queda de su hogar para un día grande y serio de consejo. Que se reúnan primeramente, como mujeres, para conmemorar y llorar por los muertos. Que se aconsejen solemnemente de la manera en la que la gran familia humana pueda vivir en paz, cada uno llevando en su tiempo la impresión sagrada, no de César, sino de Dios.
«En nombre de la maternidad y la humanidad, les pido solemnemente que sea designado un congreso general de mujeres, sin importar nacionalidad, y que se lleve a cabo en algún lugar que resulte conveniente, a la brevedad posible, para promover la alianza de diferentes nacionalidades, el arreglo amistoso de cuestiones internacionales y la gran causa universal de la paz.
Es evidente que la razón primordial de esta celebración no es religiosa, aunque se mantiene un vínculo muy fuerte con la celebración primitiva: Se trata de un canto a la vida.
El día internacional de la madre es pensado por esta mujer como un rechazo a la guerra, a la violencia y a la muerte. Su protesta es aquella de una madre que pierde a sus hijos en el campo de batalla y recibe simplemente una condecoración por servicios prestados a la patria. Su reclamo es el de aquella madre que mira volver a su hogar unos hijos emocionalmente inestables, hambrientos de muerte y violencia. Su reclamo es el de aquella mujer que ve volver a su esposo y a sus hijos quizás incapacitados por una guerra que ella no quiso y sobre la cual a ella no le preguntaron, pero por causa de la cual ahora debe cuidar hasta su muerte de un grupo de incapacitados.
El día internacional de la madre fue concebido en sus inicios como una protesta social. El día internacional de la madre es un clamor para cesar con las guerras y la muerte.
Quizás no tenga el sentido religioso que tenía antaño, pero sigue siendo una celebración de la vida.
Es muy común hablar en estas épocas acerca del desprecio que hacemos los hombres de la labor que realizan las mujeres como madres. Y está bien reconocer nuestra falta de consideración en muchos aspectos. Sin embargo, poco o nada reflexionamos acerca del milagro de la vida que representa el nacimiento. Mientras a nuestro alrededor vemos muerte y destrucción, la vida sigue luchando por seguir. En Egipto, muchas madres perdieron a sus bebes durante la opresión que nos narra el Éxodo, sin embargo, la vida seguía luchando por surgir hasta que un pequeño creció y trajo esperanza a todo ese pueblo atormentado. Durante los tiempos de Herodes muchas muerte y violencia se vivía entre los judíos. Herodes, al igual que el Faraon trató de acabar con todas las esperanzas del pueblo. Sin embargo, una mujer concibió y dio a luz y ese niño se llamó Emannuel, es decir, “Dios está con nosotros”. De igual manera se narra en el Apocalipsis de una mujer que se halla en cinta a punto de dar a luz y un dragón de siete cabezas se halla cerca esperando que el niño salga para devorarlo. Sin embargo, cuando el niño nace, Dios lo arrebata para sí.
Vez tras vez vemos en la Biblia la victoria de la vida y de la esperanza sobre la muerte y la angustia en la gestación y el nacimiento. De todos modos, Jesús aclara algo aquí. Si recordamos la frase que mencionamos al principio: “¡Dichosa la mujer que te llevó en su seno y cuyos pechos te amamantaron!”, es evidente que quien esto dice habla de la dicha que Dios da por medio de la labor de ser madres.
Sin embargo, Jesús refuta: más dichosos son aquellos que hacen la voluntad de Dios. Jesús es enfático: la bienaventuranza nos viene del hecho de ser llamados hijos de Dios. De esta manera rompemos con aquella condición de maldición que afligía a aquellas mujeres que no pueden ser madres.
Hoy en día cuando celebramos el día de la madre, debemos recordar que aquella celebración de la vida y de la esperanza que ejemplifican la maternidad. Si bien necesitamos celebrar a nuestras madres, no olvidemos ese canto de la vida que se halla inserto, no olvidemos tampoco ese canto por la paz y contrario a la violencia que pretendió darle Julia Ward Howe. En este día de la madre, recordemos a aquellas madres que han perdido a sus hijos en el sinsentido de la guerra y proclamemos la paz. Recordemos que Jesús dijo en el Sermón del monte: Bienaventurados los pacificadores porque ellos será llamados hijos de Dios.
Feliz día de la madre, feliz día de la vida, feliz día de la paz.
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