Primero mis dientes y después mis parientes: nuestra pasada manera de vivir


También ustedes estaban muertos por sus pecados y trasgresiones.
Seguían la conducta de este mundo y los dictados del jefe que manda en el aire, el espíritu que actúa en los rebeldes…
Lo mismo que ellos, también nosotros seguíamos los impulsos de los bajos deseos, obedecíamos los caprichos y pensamientos de nuestras malas inclinaciones, y naturalmente, estábamos destinados al castigo como los demás.

No estaba tan desubicado Sófocles cuando dijo: Siempre se repite la misma historia: cada individuo no piensa más que en sí mismo.

Nuestra sociedad no varía mucho de las sociedades más antiguas. Una de aquellas cosas que parece ser igual hoy como ayer es el egoismo que parece caracterizarnos a los seres humanos. Un refrán popular dice: primero mis dientes y después mis parientes. Quizás no podamos cuestionar el hecho de que se debe velar por la seguirad personal, por el bienestar de la familia más próxima, pero centrar toda nuestra atención sólo en nosotros es lo que paulatinamente va corrompiendo los hilos que mantienen unida a la sociedad.

Pablo en el verso arriba mencionado nos recuerda que así vivíamos también nosotros. Aquí lo importante es que esta descripción sea en pasado. Si en nuestra vida, esta descripción todavía tiene que ver con el presente, es que todavía no hemos conocido verdaderamente a Dios.

Este día domingo hablaremos más en detalle sobre estos versos del libro de Pablo a los Efesios.

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