En algún libro que no recuerdo encontré alguna vez esta descripción de la madurez.
Madurez es la habilidad para llevar a cabo una labor, esté o no supervisado; terminar un trabajo una vez comenzado; llevar dinero sin gastarlo y ser capaz de afrontar una injusticia sin querer desquitarse.
Madurez es la habilidad de controlar la ira y arreglar las diferencias sin violencia.
Madurez es paciencia. Es estar dispuesto a posponer la gratificación inmediata a favor de una ganancia a largo plazo.
Madurez es perseverancia, la habilidad para sobrellevar un proyecto o situación, a pesar de fuertes oposiciones y obstáculos desalentadores.
Madurez es la capacidad de afrontar lo desagradable y las frustraciones, las aflicciones y el fracaso, sin quejarse ni desmoralizarse.
Madurez es humildad. Es ser suficientemente grande para decir: “Me equivoque”’
Y cuando tiene razón, la persona madura no necesita experimentar la satisfacción de decir: “Te lo había dicho”
Madurez es la habilidad de tomar una decisión y mantenerse firme en ella. Los inmaduros se pasan la vida explorando innumerables posibilidades para luego no hacer nada.
Madurez, significa responsabilidad, sostener la palabra dada, responder durante una crisis. Los inmaduros son maestros de las excusas. Son confusos y desorganizados, sus vidas son un laberinto de promesas no cumplidas, antiguos amigos, negociados inconclusos y buenas intenciones que de alguna manera nunca se materializan.
Madurez es el arte de vivir en paz con aquello que podemos, cambiar aquello que puede ser alterado y tener la sabiduría para apreciar la diferencia.
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