Hemos escuchado hablar mucho de los objetivos del milenio que viene promocionando la ONU. Sabemos la importancia que los mismos tienen para nuestro planeta. El creyente no puede verse desvinculado de aquellos desafíos que ha lanzado esta organización mundial con el fin de lograr que nuestro planeta sea mejor para todos y no sólo para unos.
De todos modos, los creyentes tenemos ciertos desafíos y objetivos a los cuales somos convocados por Dios, incluso, estos objetivos nos mueven a ser aún más responsables con la situación de crisis que vive nuestro mundo en la actualidad. Estos objetivos que ha propuesto Dios para su iglesia tienen que ver con el crecimiento, pero no con el “engorde” de los hijos de Dios. El objetivo de nuestro crecimiento espiritual es, dice Efesios 4:12, para la obra del ministerio, es decir, Dios nos ha vinculado a una tarea para la cual con capacita. Analicemos estos objetivos que Dios propuso para su iglesia hace dos milenios. Los objetivos espirituales del milenio.
El objetivo de Dios para la iglesia es:
Perfeccionar a los santos para la obra del ministerio
Con el fin de lograr esto, Dios se propone:
Edificar al cuerpo de Cristo,
Esto sólo se puede hacer sí: A lo largo de su vida en Cristo los creyentes son capaces de:
· Vivir en una armonía su fe
· Conocer y anhelar conocer más cada vez acerca del Hijo de Dios
· Asemejarse a Cristo en su manera de pensar y actuar, dentro de la iglesia y fuera de ella.
De no participar del perfeccionamiento continúo de los creyentes, corremos los siguientes riesgos:
· Ser como niños fluctuantes, es decir, vivir la fe de acuerdo a nuestras emociones
· Cualquier falsa doctrina nos parecerá convincente
· Cualquier persona que sabe hablar bien nos persuadirá de abandonar la fe.
Este día domingo 21 de agosto estaremos meditando sobre cada uno de estos objetivos. No te pierdas.