Nuestra oración matutina


Nuestra fe se debilita, nuestros ánimos decaen, nuestra esperanza se desvanece. Todo esto sucede cada vez que abandonamos la oración. La oración no solo es una rutina o costumbre aburrida que realizamos por sentirnos bien con Dios y con nosotros mismos. Sólo por medio de la oración y la lectura constante de la Palabra de Dios nuestro espíritu se ve fortalecido de tal manera que es capaz de proyectarse a lo sobrenatural en lugar de permanecer anclado en las adversidades de este mundo. Solo cuando la oración se ha hecho carne en nosotros, y la mañana parece impensable sin la oración somos capaces de andar por fe y no por vista. Mientras la pereza, las actividades de este mundo, aún la familia o los amigos nos quitan tiempo para la oración lo más seguro es que nuestra fe se verá limitada paulatinamente. Nuestra convicción en el obrar de Dios y aún nuestros ojos espirituales se ven cegados por las adversidades. Como un colirio espiritual para el alma, como un energizante espiritual, como un suplemento vitamínico para nuestra alma son las oración que hacemos durante el día.

Dejarlas de lado es dejar de lado una de las partes más fascinantes de la fe cristiana. Dejarlas de lado nos hacen perder de vista la grandeza del plan de Dios para nuestras vidas para enfocarnos en los problemas del día a día. Dejarlas de lado nos lleva a la monotonía religiosa, al tradicionalismo y finalmente a la apatía. Nada hay más terrible que un cristiano apático. Es aquel que ha dejado de percibir el poder de Dios en su vida y que simplemente vive la vida cristiana como una forma de llenar un hueco en su horario semanal.

La oración nos vincula con el soberano del Universo y nos permite conocer su corazón, su deseo, su propósito para nuestra vida. Cada vez que nos encontramos en oración Dios por medio de su Espíritu va derramando su fortaleza y paz sobre nosotros.

Mientras unos avanzan a tientas, intentando lograr algo en su vida, otros se acomodan pensando que ya nada más pueden pedir de ella. En cambio, los que esperan en Jehová, es decir, los que toman en serio a la oración, renovarán cada mañana sus fuerzas, se elevarán por encima de sus problemas como las águilas. Avanzarán y no decaerán y cada paso que den lo darán en firme porque saben que Dios es su fortaleza.

La oración de cada día es importante pues cada mañana empieza una nueva batalla. Decía Jesús: basta para cada día su propio mal. Creer que el día de hoy no enfrentarás nuevas adversidades es engallarnos a nosotros mismos. Cada día nos depara dificultades, problemas, adversidades y decisiones y por ello, cada día necesita del poder que brota de la oración.

La oración matutina debe ser la llave que abre el día. Antes de presentarnos ante nadie, deberíamos presentarnos ante Dios. Como el salmista, antes de empezar el día tenemos la oportunidad de presentarnos delante de Dios y esperar de él su fortaleza para cada día.

La oración de la mañana debe ser en primer lugar de acción de gracias pues Dios ha guardado de nosotros durante la noche. Una oración antigua decía así: “Vengo ante ti a esta hora de la mañana para agradecerte humildemente porque durante esta noche has sido una defensa para mí y los míos, y otra vez me ha renovado tu bondad y fidelidad.

La gratitud que por la mañana levantamos a Dios nos recuerda siempre que no tenemos comprada la vida. Esta siempre está en manos de Dios. No importa cuantos mecanismos de seguridad pongamos “si Dios no vigila la ciudad, de nada sirve que se desvelen los vigilantes”. Demos siempre gracias a Dios porque pudimos despertar a un nuevo día.

En segundo lugar la oración matutina debe ser visionaria. Cada mañana necesitamos recordar el propósito que Dios tiene para nosotros. Cuál es el plan que Dios tiene para nosotros. En qué parte de ese plan estamos. Cuán nos falta para acabar la obra que nos ha sido encomendada. Si Dios te otorga una tarea, él te proveerá de todo lo que necesites para cumplirla. Sin embargo, a veces, el dejar de lado la oración nos hace que perdamos de vista el objetivo de Dios para nuestra vida. Olvidamos el proyecto, el propósito y la meta hacia la cual nos dirigimos. No hay cosa mejor para retomar nuestra dirección y el plan de Dios para nuestra vida que orar con visión. Esto es, orar con la meta que Dios tiene para nosotros en mente. Orar con visión es orar porque las actividades del día sirvan para cumplir el propósito que Dios tiene para nosotros.

Señor, que el día de hoy, aún el desayuno y la cena, el trabajo que realizo y los descansos que tomen me acerquen cada vez más al propósito que tienes para mi vida. Que nada me desvíe de tu dirección y que todo sea usado por tu gracia para mi crecimiento y para cumplir con tu plan en mi vida.

En tercer lugar nuestra oración debe pedir fortaleza. Hay dificultades de las cuales podemos escapar, pero hay otras de las que no. Si no nos es dado escapar de la adversidad, necesitamos de Dios la fortaleza para seguir adelante en medio de la aflicción. La mañana es el momento más indicado para orar pidiendo por fortaleza.

En cuarto lugar nuestra oración por la mañana debe ser en busca de sabiduría. Las aflicciones que pasamos y aún las oportunidades que se nos presentan en el día a día debe ser vistas a través de la sabiduría de Dios. Sólo él sabe la manera más adecuada de obrar. La oración no es un tiempo para pedir a Dios que decida por nosotros pero sí un tiempo para pedirle que nos dé sabiduría para tomar las decisiones correctas. La sabiduría de Dios, incluso nos ayuda a ver el plan de Dios en medio de las tribulaciones. Muchos, desde fuera pueden ver las aflicciones que pasamos con pena o lástima, pero en nosotros está el convertir esas espinas en rosales, esa lágrimas en risas, ese dolor en crecimiento. El dolor es inevitable, dice un dicho, el sufrimiento es opcional. Aún más, podemos decir nosotros, el dolor, los problemas, la aflicción de este mundo son inevitables, la posibilidad de convertir esas adversidades en bendición es nuestra opción como creyentes.

La oración por la mañana es el entrenamiento que necesitamos cada día para salir victoriosos en medio de la adversidad. Lutero decía: Debemos ver el rostro de Dios cada mañana antes de ver el rostro de los hombres. Si tienes tantas cosas que hacer que no te queda tiempo para orar, créeme, tienes más cosas de las que Dios desea que tengas. Lo primero y más importante es la oración, por ella Dios te dará las instrucción para la carrera que enfrentarás.

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2 comentarios sobre “Nuestra oración matutina

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  1. muy acertado este mensaje, efectivamente la oraciòn matutina es el arma eficaz para enfrentar nuestro dìa. Dios bendiga a quien inspirò y a nosotros los lectores porque realmente llega En paises como VENEZUELA QUE VIVIMOS POLITICAMENTE CON MUCHA INCERTIDUMBRE ES NECESARIO ORAR CADA DÌA.

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