Compartimos aquí una síntesis de los estudios que hemos venido realizando de la Carta de Pablo a los Corintios.Esperamos que sea de mucha bendición para uds.
Pablo ha tratado de resolver el problema referente a las divisiones existentes en la iglesia de Corinto. Para ello Pablo ha empezado por realizar un diagnóstico de la situación y ha llegado a la conclusión de que las divisiones no son más que un síntoma del problema. El verdadero mal que está padeciendo la iglesia de Corinto es la jactancia. Es este mal el que el apóstol se propone atacar a lo largo de la carta.
En la primera parte del capítulo primero, Pablo ha demostrado a los Corintios la verdadera evidencia de la madurez espiritual, esta es el amor y su efecto más práctico, el perdón. Pablo no guarda rencores contra los miembros de la iglesia sino que por el contrario ora incesantemente por ellos dando gracias a Dios por ellos.
Luego de esto Pablo se enfoca en el síntoma y de manera muy somera les expone lo inconveniente de las divisiones entre ellos. A continuación Pablo les demuestra que el orgullo que ellos muestran por la elocuencia, las ideas y las discusiones filosóficas no tienen sentido pues aquellos no son más que locura ante la obra de Cristo en la cruz. Aquella sabiduría de la que tanto presumen los corintios no es capaz de guiarnos a Cristo y por ello, no tiene sentido su jactancia.
En el capítulo segundo Pablo les recuerda que su predicación misma evitó el uso de las herramientas de la filosofía griega con el firme propósito de que la fe de ellos no se basara en las palabras sino en el poder de Dios manifestado en la vida de ellos.
Pablo continúa su argumentación exponiendo lo limitado de la sabiduría humana que se queda al nivel meramente humano, a diferencia de la sabiduría que ellos han recibido por la misericordia de Dios a través de la comunión del Espíritu Santo. La verdadera sabiduría, es decir el verdadero conocimiento del propósito de la humanidad, nos ha sido otorgado a los creyentes por medio del Espíritu de Dios en nosotros. Ahora, más que a la profundización del conocimiento de las cosas de este mundo y la consiguiente arrogancia por su descubrimiento, Pablo nos invita a disfrutar del conocimiento de la sabiduría de Dios por medio de la comunión con su Espíritu. Es esta la sabiduría que deberíamos anhelar.
En el siguiente capítulo Pablo hace evidentes las consecuencias de la sabiduría que han decidido adoptar. Aquella les ha llevado a divisiones absurdas y, contrario a lo que ellos creían, les ha hundido en la inmadurez.
Por el contrario, la sabiduría divina nos demuestra que todos somos parte de la obra de Dios y todos útiles para el fin que se propone. Sin embargo, el proyecto sigue siendo de Él y no de Apolos o de Pablo. El crecimiento lo da Dios y el cimiento sigue siendo Cristo. Puede ser que unos decidan andar el camino de Cristo de manera más austera mientras otros deciden añadirle algunos elementos decorativos -como en el caso de los Corintios, la sabiduría y la elocuencia- pero eso no da derecho ni a unos ni a otros a juzgar a los demás. Cada uno debe llevar delante de Dios la obra de sus manos para que él juzgue nuestro obrar en tanto que juez justo.
El mayor riesgo al que se someten quienes por detalles pretenden romper la unidad de la iglesia es al juicio de Dios. Así se puede entender la mención del templo de Dios y la idea de destruir aquel templo. Un comentarista bíblico dice:
“Se trata de una grave advertencia a los fautores de los partidos, como diciéndoles: No destruyáis la unidad de esa ‘edificación’, que es la iglesia de Corinto, pues es ‘templo’ de Dios, algo que es ‘santo’, y Dios castigará severamente a los culpables”.
Es por esto que debemos cuidarnos de la sabiduría del este mundo que divide a la iglesia y buscar la sabiduría de Dios que trae unidad.
Ahora, Pablo pasa a tratar acerca de su ministerio, y hace una advertencia para aquellos que se sienten seguros de poder juzgar bajo criterios humanos a los líderes de la comunidad.
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