El Dios de las cosas cotidianas


Mas Jesús les decía: No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa. Y no pudo hacer allí ningún milagro, salvo que sanó a unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos. Y estaba asombrado de la incredulidad de ellos. Y recorría las aldeas de alrededor, enseñando. (Mar 6:4-6)

Los conocidos de Jesús se asombran por sus palabras, por sus hechos y, en general, por su ministerio. Sin embargo, lo que más sorpresa les causa es que sea su vecino. No pueden imaginarse que tanto poder y sabiduría puedan venir del hijo del carpintero. Piensan que hay engaño, que debe tratarse de un truco. Todo puede ser, menos que el hijo de José y María pueda estar haciendo una obra tan grande.

Muy a menudo la naturalidad de las cosas nos puede llevar a ser ciegos al obrar sobrenatural de Dios en nosotros. Es como si el habernos familiarizado con ciertas formas, costumbres y actos nos impidan ver el modo como Dios efectivamente está obrando allí entre nosotros y nos veamos impulsados a buscar el obrar de Dios en otros sitios.

Hoy en día muchos son los que, al sentir que no hay un obrar sobrenatural, trascendente especial en las iglesias buscan en la filosofía oriental, en las drogas o en nuevas religiones aquello que estuvo siempre presente a su lado. Básicamente sucede lo mismo que con los habitantes de Nazaret, no pueden creer que Dios pueda estar manifestándose allí entre ellos así que lo descartan por principio.

El texto finaliza diciéndonos que precisamente esta incredulidad es la que impide que Jesús pueda obrar más en medio de ellos. Hoy en día mucha de la aridez en diversas iglesias, no necesariamente es el resultado de que Dios ya no esté interesado en ellos sino el resultado de que muchos de ellos han dejado de creer que Dios puede obrar en bendición en medio de ellos.

Anhelo que la razón por la cual Dios esté asombrado por nosotros sea por la fe que tenemos como en el caso del centurión romano y no por la incredulidad que demostramos como en el caso de los habitantes de Nazaret.

Deja un comentario

Sitio web creado por WordPress.com.

Subir ↑