Entonces María dijo:
Engrandece mi alma al Señor; Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la bajeza de su sierva;
Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre, Y su misericordia es de generación en generación
A los que le temen. Hizo proezas con su brazo;
Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. Quitó de los tronos a los poderosos,
Y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes,
Y a los ricos envió vacíos. Socorrió a Israel su siervo,
Acordándose de la misericordia De la cual habló a nuestros padres,
Para con Abraham y su descendencia para siempre.
(Luc 1:46-55)
El Evangelio de Lucas empieza mostrándonos los nacimientos de Juan el Bautista y de Jesús. Los personajes principales son cuatro: Zacarías, el Ángel Gabriel, Elizabet y María. Sin embargo, prontamente Zacarías pasa a segundo plano y Gabriel sólo cumple su labor y se retira. Quedan entonces en el centro del escenario las dos mujeres. Ambas embarazadas de manera milagrosa y ambas sensibles al obrar de Dios.
No es muy común en el Antiguo Testamento, ni en la literatura contemporánea de aquella época que las mujeres se hallen en el centro de un relato y que, más aún sean el medio clave por el cual se va a traer libertad a toda una nación. Sin embargo, el relato nos quiere mostrar a estas dos mujeres como la clave de lo que sucederá en el futuro. Su devoción y su diligencia en el servicio son claves para el obrar futuro del Señor.
María incluso proclama en un salmo improvisado el obrar propio de Dios de mirar a los más humildes y dejar de lado a los altivos de corazón. Anuncia así la misión de Jesús: exaltar a los mansos y humildes y a quebrantar a los que se han aprovechado de los demás.
María habla de un Dios que colma de bienes a los hambrientos y que manda con las manos vacías a los ricos. Nos habla de un Dios cuya mirada está atenta a las injusticias y que vela por quienes no pueden defenderse. El mismo hecho de que el relato se centre en las dos mujeres y que una de ellas, María nos dé lecciones de teología por medio de este salmo es una muestra de ese Dios que exalta a los que han sido rechazados, en este caso, dos mujeres que eran anuladas en su tiempo, y que, muy probablemente, lo siguirían siendo en la actualidad. De todos modos, el anuncio de un Dios que vela por los humildes y despreciados se aplica aún a nuestro tiempo, sean hombres o mujeres. Hasta el día de hoy podemos ver a muchos que se enaltecen y que humillan y pisotean a cuantos pueden sólo por alcanzar el poder. Pero asimismo vemos hombres y mujeres que son humillados, menospreciados y pisoteados por quienes dicen representarlos, sean hombres, sean mujeres, sean sus representantes políticos, sean pastores o sean sacerdotes. En todos estos casos, el mensaje que anuncia María es importante y repite lo que ya anunciaba el salmo 138:6 en el Antiguo Testamento: Dios atiende al humilde, mas al altivo mira de lejos.
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