Decisiones que tomar


Cada día tenemos una serie de decisiones que debemos tomar. Son decisiones tan sencillas como que ropa podemos usar o que desayunaremos hasta decisiones complejas como si comprar un carro, una casa o invertir en un negocio.

Desde nuestra juventud empieza la toma de decisiones. A medida que nos vamos desvinculando de nuestros padres y vamos aprendiendo a tomar decisiones por nosotros mismos establecemos nuestro camino por medio de las decisiones correctas o incorrectas que tomamos. Decisiones como estudiar o no hacerlo. Seguir la universidad o empezar a trabajar inmediatamente acabada la educación secundaria. Escoger si nos casaremos pronto o esperaremos algún tiempo antes de hacerlo. Decidir con quién casarnos. Decidir cuántos hijos tener o decidir si dejaremos eso a la suerte.

Cada momento nos enfrentamos a una gran cantidad de opciones. Cuando vamos a un supermercado podemos encontrarnos con una cantidad increíble de opciones para un mismo producto y de entre todos ellos debemos escoger uno. Cuando decidimos salir a comer fuera debemos optar por las cientos de posibilidades que nos presenta la ciudad. Alguna eventualidad puede enfrentarnos a la decisión de quedarnos con un dinero o una pertenencia ajena cuando nadie sabrá que cayó en nuestras manos. Otras circunstancias nos pueden invitar a la mentira como modo de evadir una responsabilidad.

Muchos frente a este tipo de incertidumbres sienten la premura de decidir adecuadamente. En ocasiones, el temor de Dios nos lleva a buscar alguna manera de asegurar divinamente nuestras decisiones. Alguna señal, alguna corazonada o algún sentimiento o algún supuesto «oráculo cristiano» que nos diga que estamos haciendo lo correcto y que debamos seguir por allí.

Las decisiones entre los cristianos suelen hacer uso de ciertas estrategias que en ocasiones rayan con la adivinanza o la magia. Tomar un versículo bíblico al azar, soltar la biblia para que se abra en alguna parte que nos ilumine sobre nuestra decisión, esperar que alguien adivine nuestra situación y que emita un oráculo misterioso que se convierte en la respuesta del Señor para nuestras vidas. De igual manera hay muchos líderes cristianos que se prestan a estos juegos usando frases estereotipadas como: Es Señor conoce tu aflicción y te dice ve, porque su diestra de poder te acompañará.

Otras ocasiones las decisiones se toman en base a emociones. Tal es el caso de aquellos que deciden en función de si sienten o no sienten «paz en el corazón». Esto se asemeja mucho a las prácticas ancestrales de abrir un animal para escudriñar el hígado del mismo pues este era el centro de las emociones. Las decisiones no se toman en base a una adecuada reflexión sino en base a las sensaciones que se tiene en el momento. Debemos recordar cuán frecuente es encontrarnos con creyentes que han sido descubiertos en pecado y que frente a su falta «sienten paz en su corazón».

Tomar decisiones en base a corazonadas, oráculos pseudo-divinos o versículos sueltos de la Biblia es precisamente a lo que la Biblia define como vivir como necios. Por el contrario, la palabra de Dios nos llama a vivir sabiamente.

La sabiduría, en la Biblia tiene que ver con la capacidad de tomar decisiones adecuadamente. Una persona sabia es aquella que evalúa correctamente las opciones y, en base a la Palabra de Dios, decide por la opción más adecuada. La Biblia nos permite tomar buenas decisiones, pero estas no son el fruto de la selección azarosa de algunos textos bíblicos sino la reflexión y conocimiento adecuado de la voluntad de Dios expresada en la totalidad de la misma.

Tomar decisiones correctamente es algo que aprendemos a hacer en función de las decisiones que tomamos (correctas o incorrectas) y la reflexión que hacemos de las mismas en función de la Palabra de Dios.

Si en algún texto dice algo que medio se acerca a nuestra situación y, por ello decidimos tomar el camino que parece estar definido allí es un error. Lo correcto es comprender los principios bíblicos y en base a ellos dirigir nuestra vida. Aquellos principios no nos permitirán robar, o mentir o cometer adulterio o alejarnos de Dios. Cosa que sí ha pasado en ocasiones con quienes deciden en base a emociones o lecturas sueltas de la Palabra. Luego, cuando alguien les inquiere el porqué de su alejamiento de Dios, aducen que fue la voluntad divina abandonar tal o cual iglesia y empezar ellos mismos a estudiar por su cuenta la Palabra o incluso iniciar un nuevo movimiento religioso. Quien guía estos pensamientos no es Dios sino Satanás que es el más interesado en dividir y desvirtuar a la Iglesia de Cristo.

Si hay divisiones en nuestras iglesia, muchas veces es simplemente el desconocimiento de la Palabra de Dios lo que los genera.

Aprendamos a dirigir nuestro caminar en función de la sabiduría divina, esto nos permitirá tomar decisiones adecuadas en todo momento.

Este día domingo seguiremos profundizando sobre este tema de las decisiones, el propósito de Dios y la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas. No te lo pierdas.

Domingo 4 de Febrero de 2012

08h00 – 0930

11h00 – 12h30

 

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