LA LIBERTAD


Salmo 2

La libertad

Hemos sido creados como seres con voluntad. Dios nos ha hecho libres. Esa es nuestra mayor grandeza. Quizás se refiera a esto el autor bíblico cuando dice que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios. Don quijote le dice a su escudero: “La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida”.

De todos modos, la libertad conlleva consigo la responsabilidad por las decisiones tomadas. Si fuésemos títeres en manos de Dios no tendríamos de qué rendir cuentas. Si Dios ya tuviese determinado todo de antemano, qué pecado habría en nosotros. Por cuanto Dios nos da la posibilidad de elegir nos puede decir: “Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal” para escoger. Libertad y responsabilidad son las dos caras de una misma moneda. El filósofo francés Jean Paul Sartre lo dice enfáticamente: El hombre nace libre, responsable y sin excusas.

¿Cuál es la actitud del hombre frente a estas dos? Generalmente, acoger la una y rechazar la otra. En el salmo 2 vemos un grupo de reyes que se incomodan ante las órdenes de su Señor. Nos muestra la actitud de quienes anhelan la libertad a toda costa. De Dios piden libertad, pero no quieren dar cuentas. Dios, para ellos, está muy bien, siempre que esté lejos. Cuando se plantea la venida de un comisionado, se molestan y reclaman la libertad. Los reyes de la tierra se dicen unos a otros: “¡Vamos a quitarnos sus cadenas! ¡Vamos a librarnos de sus ataduras!” En tono burlesco el salmista expone esta actitud. No se puede hacer a un lado a Dios. Tarde o temprano se debe responder por lo que se ha hecho justamente, delante de Dios.

Los poderosos de la tierra se inquietan ante el Señor y prefieren deshacerse de él antes que rendirle cuentas. No hay Dios, gritan al ver que deberán responder por sus actos ante él. Se escriben libros se llena bibliotecas demostrando lo absurdo de la creencia de Dios. El autor pone una risa en Dios. ¿Es posible que tanta literatura pueda terminar por hacer desaparecer a Dios?

El salmo da un consejo a los poderosos de la tierra y pienso que, de paso, también a nosotros: Sean prudentes, acepten la amonestación y sirvan al Señor. Aquellos que, por su autoridad juzgan a los demás deben aceptar el consejo de Dios. Pero el consejo va aún más allá. Sirvamos al Señor. El juicio se halla sobre nosotros como la espada de Damocles. No he venido a condenar al mundo decía Jesucristo: Los que no creen ya han sido condenados. Su anhelo de falsa libertad y su desprecio de Dios ya los ha condenado. Han buscado huir de la responsabilidad y vivir como si Dios no existiese. La consecuencia es acumular para sí la responsabilidad de los actos realizados y las decisiones tomadas. Recordemos al poeta español Ramón Campoamor quien decía: La libertad no consiste en hacer lo que se quiere, sino en hacer lo que se debe. Así, pues, la libertad es un atributo del que debemos disfrutar, pero siempre recordando que del uso de nuestra libertad daremos cuenta a Dios.

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